miércoles, 18 de noviembre de 2009

Sinfonía Eterna

Ya sé, ya sé, mañana en Mexico se estrena Luna Nueva,.,.... y bueno sé que un tiempo fuí amante a muerte, y blablabla,... hasta que me decidí a leer más libros de vampiros y Ohhh sorpresa... Leí Anne Rice.
Un gran paso, si tomamos en cuenta el punto de salida.....
hoy quisiera que vieran de este libro, del cual acabo de enterarme ^^ (y de una autora que por un comentario que hace, me da ansiedad querer tener su libro :D)
NOCHE EN EL BELLAS ARTES
El sacrificio es pasar por la Meyer chilena. A Rebeca, periodista de 26 años, no le gusta Crepúsculo: "Creo que es dañina para los lectores. Meyer tiene una visión neoconservadora latente en sus libros. Es superficial, no toca ninguno de los temas fundamentales del vampirismo", denuncia.

Fanática del Romanticismo ("la última gran revolución cultural"), le gustan los vampiros clásicos: antes que Drácula de Bram Stoker, prefiere El vampiro de John William Polidori y es devota de Milton y Lord Byron. Directamente desde el siglo XVII viene el tono de Sinfonía eterna: un romance inevitablemente trágico. San Román lo dice así: "La historia indaga en la oposición entre la eternidad y la seducción de la muerte. También es sobre la necesidad del ser humano de olvidar para poder seguir adelante".

La que no puede olvidar es Amaya, una estudiante de Historia del Arte que a duras penas se recupera de la muerte de su madre. Al inicio del libro, entra casi de casualidad al Museo de Bellas Artes poco antes de la hora del cierre. El cuidador, su amigo, la deja pasar. En la Sala Matta, descubre que están montando una exposición del pintor romántico Caspar David Friedrich. Ahí ve a Nicholas, un joven de cabello largo rubio, rostro distante y ojos azul piedra. La conexión es inmediata: él, un "cazador que no siente el menor respeto por la vida", ha venido por ella.

ALGO LOS LIGA EN EL TIEMPO
El telón de fondo para la imposible relación entre Amaya y Nicholas es "la ruta gótica de Santiago", según Rebeca. Amaya y sus amigos, un grupo a quienes les dicen "los oscuros" y "destilan amargura", van a un club llamado Infierno y pasean por el barrio Lastarria, el Cementerio General, el Cerro Santa Lucía, el Parque Japonés del San Cristóbal y el Parque Forestal. Pero el secreto está en otra parte: en la Iglesia San Francisco.

A ratos aventura adolescente, oscura y trágica, Sinfonía eterna es sólo el primer paso para Rebeca. "Todos me dicen que es tan negra la novela. Yo creo que está llena de fe, idealismo y romanticismo ingenuo. Los personajes creen que el amor y que la vida tienen algún sentido, yo ya no creo que sea así. Mi próxima novela va a ser distinta", dice. latercera

Obertura


El ángel cayó sobre Amaya con el rostro desfigurado por la ira divina. Sus ojos, como dos llamas iluminaron incandescentes la iglesia, mientras la boca se plegaba en una cueva informe y oscura, infusa de odio.
El óleo chorreaba de sus ropajes como si no hubiese cobrado vida, sino sólo decidido a abandonar la tela por un momento, dejando tras de sí un vacío bilioso y sucio, de contornos corridos, que confirmaba lo imposible: pese al gravamen del tiempo, la entrega del artista y la cualidad inerte de los materiales del lienzo, el fantás- tico mensajero de monstruosas alas iba por ella.
Las luces menguaron, atrapando las esquinas de la antigua iglesia en una lánguida oscuridad que hizo que las imágenes celestiales, que cubrían el cielo de la nave, tomaran una cualidad maligna.
Retrocedió espantada, aferrándose a la burbuja de luz que disminuía con rapidez sobre el pasillo del templo. Tenía los puños apretados, las uñas incrustadas en la palma de las manos, crispadas por el horror ante el quiebre irracional de la realidad que se desmoronaba frente a ella. El miedo la tenía presa, no conseguía darse la vuelta y correr, sólo podía arrastrar los pies mientras intentaba aumentar la distancia que la separaba de su perseguidor.
Como si hubiese leído su mente, una mueca salvaje torció los labios del ángel. Sus pasos se volvieron más rápidos y decididos.
Un chapoteo lodoso la distrajo de la mirada penetrante, Amaya bajó la vista y se dio cuenta de que el reguero de pintura era mucho mayor, la figura se derretía en goterones, como un muñeco de cera abrasado por las llamas. Las sandalias ya habían desaparecido, la túnica era un harapo desparramado sobre las piernas y las facciones comenzaban a desdibujarse en un amasijo de colores desordenados. La expresión del ángel, que al principio ha-bía considerado amenazante, ahora le parecía de una tristeza insoportable. Los pómulos se despeñaron como greda, como si la piel se abriese en llagas sangrientas al contacto con el aire.
Amaya trastabilló, sintiendo el mármol helado de una columna rasguñándole la espalda. No tenía hacia dónde escapar. Alzó las manos tratando de protegerse, mientras veía como el ángel se abalanzaba sobre ella a toda velocidad, con movimientos entrecortados.
La lanza de fuego se clavó entre sus costilas, como si su piel y huesos no fuesen más que decoración ligera. Sintió la punta atravesando su espalda y el golpeteo agudo que provocó al chocar contra la piedra. El dolor escaló por su garganta, desbordándose entre sus labios en un torrente cálido que se mezcló con el óleo del rostro de su atacante. Su cabeza cayó hacia delante mientras el ángel desfigurado la sujetaba para evitar que se desplomara.
—Estás perdida, no importa cuánto te engañes, ya no hay redención pues no existe más que caos y sombras esperando en el más allá —pronunció la criatura con voz desfalleciente. Y pese a ser poco más que un bulto tumefacto, ella pudo percibir una sonrisa satisfecha sobre su piel—. Desearía que pudiese ser así de simple —agregó desesperanzado, antes de apoyar todo su peso en el arma, mientras con la otra mano presionaba los contornos de la herida, esfumándose en un manchón sucio, como si quisiese ingresar a través de la llaga abierta al interior del cuerpo de la joven—. ¡Despierta! —le ordenó con tono firme, justo en el momento en que el corte de su pecho era barrido por las flamas y su piel se plegaba en una agonía ardiente.
Amaya se levantó de un salto, golpeándose el muslo contra el borde de una de las bancas. La iglesia de San Francisco, en el corazón de Santiago, era iluminada de rebote por la luz naranja de un crepúsculo otoñal. Frunció el ceño y luego frotó con insistencia su pierna, tratando de aliviar el dolor. Y mientras lo hacía barrió los alrededores con la vista. Seguía sola. Ella, el templo, los santos y las pinturas. Sola bajo los arcos de la iglesia, matando el tiempo desde el mediodía en espera de Kat.
Y Kat no estaba por ninguna parte.
Levantó la mirada y volvió a encontrarse con el cuadro de la muerte de San Francisco. No recordaba cuándo se había quedado dormida, pero sí la imagen de esa pintura, el sueño vívido que había venido después. El ángel de la pintura, una imagen de su pro-pia muerte, pensó, mientras recordaba esa sensación de estar quemándose por dentro que la había despertado. Sólo había sido una pesadila, se dijo, sin poder apartar sus ojos de la criatura, sus alas negras y los manchones pardos.
San Francisco era su templo favorito de Santiago. Lo había sido desde que cruzó sus atrios por primera vez, años atrás, cuando se afanó en la tarea de conocer todas las iglesias de la ciudad. Y ese había sido el último de la lista, quizá por su ubicación, en medio de todo, quizá por casualidad, porque así tenía que ser. San Francisco, la antigua construcción colonial que desde el exterior daba la ilusión de sobriedad, mientras por dentro se exaltaba en un barroco orgulloso, collage de arte y pasión plasmado en cada recodo, aderezado con el perfume del tiempo, la vida y la fe. Nunca más pudo escapar de la seducción de la iglesia. Día tras día, año tras año, había cruzado ese majestuoso umbral en busca de esa parte suya que quedó encerrada en el lugar, atada a las gruesas paredes, entre ángeles de piedra y santos atormentados.
Día tras día, año tras año, intentando recuperar lo que se había perdido para siempre...
Fuente: Foro Alishea Dreams

P.D. Quiero comprar su libro. Tiene muy buena pinta, y la autora, es de lo más segura ^^ (además de su comentario acertado acerca de Meyer)

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