En medio de este caos emocional, su empresa le ha dado dos meses para ir a Escocia, localizar a un conde de nombre impronunciable y convencerle de que debe firmar un contrato de cesión del castillo de Eilean Donan para rodar un spot publicitario de una marca de relojes. Dos meses o estará de patitas en la calle y perderá su flamante estilo de vida.
Con un fracaso amoroso a cuestas, una maleta llena de ropa de marca, y una misión empresarial, Victoria, acompañada por su hermana Bárbara la alternativa, se encamina a las Highland en busca del conde McKenna. Allí solo ve un lugar lleno de lluvia, de paletos y de vacas. Ni rastro del conde. Y lo peor de todo; Niall, el que se considera la mano derecha del invisible aristócrata y al que Victoria se refiere con los apelativos de cromañón, paleto y bestia, tiene un plan muy bien trazado sobre cómo tratar a una española gruñona.
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